Y después de la epidemia de Covid-19 ¿qué sigue? Tomás Miklos uno de los pocos mexicanos con visión del futuro, de los que hacen prospectiva, habla de romper con lo que venimos haciendo y sugiere: “nadie debiera conducir hacia el futuro sólo con el piloto automático, es decir, haciendo lo que está preestablecido o mirando, únicamente, a través del espejo retrovisor”.
La pregunta que todos debemos hacernos con la epidemia de Covid-19 es si aprendimos la lección. “El peligro de la epidemia es la muerte de todos los seres vivos en este planeta, el planeta no va a desaparecer, pero los entes vivos que nos incluye a nosotros, pudiéramos llegar hasta desaparecer”, afirma, y no nos hemos preparado para ello.
La alerta surgió al menos hace un lustro desde la investigación médica, con los epidemiólogos e infectólogos, quienes advirtieron sobre el riesgo de una epidemia por la presencia de un virus que sería letal para miles o millones de personas. Algo que muchos, sólo escucharon incrédulos.
Hicimos oídos sordos
Según los registros de la cadena CNN, el 1 de noviembre de 2005 el presidente de Estados Unidos, George W. Bush dijo en la sede de los Institutos Nacionales de Salud que, tras el brote de gripe aviar H5N1, que la OMS dice dejó 43 muertos en todo el mundo, “nuestro país ha recibido una advertencia razonable de este peligro para nuestra patria y tiempo para prepararnos”.
Bush determinó que las agencias de su gobierno tomaran medidas sobre “la amenaza de una pandemia de gripe aviar o influenza”. También solicitó 7 mil millones de dólares al Congreso para emprender acciones y enfrentar una “pandemia de influenza”, sólo aprobaron 3 mil 800.
En mayo de 2006 el Consejo de Seguridad Nacional autorizó la Estrategia Nacional contra una pandemia. Como consecuencia el Departamento de Salud presentó el Plan contra la Influenza que tIene ya dos actualizaciones 2009 y 2017.
La de Bush no fue la única advertencia, en marzo de 2014 la Organización Mundial de la Salud alertó sobre el ébola, un virus altamente contagioso que en dos años dejó 11 mil 325 muertos.
El 2 de diciembre de ese mismo año, y ya siendo presidente de Estados Unidos, Barak Obama retomó en los Institutos Nacionales de Salud la advertencia sobre una posible epidemia en los siguientes años.
“Tendremos una enfermedad aéreo transportable mortífera, para poderla enfrentar de manera efectiva debemos crear una infraestructura no sólo aquí sino a nivel global, que nos permita detectarla con rapidez, aislarla rápidamente y responder con prontitud, para que cuando una nueva variante de la gripe, como la gripe española, surja dentro de cinco años o dentro de una década hayamos hechos las inversiones necesarias y vayamos un paso adelante para poderla capturar. Es una inversión inteligente, no sólo es un seguro es saber que más adelante en el camino tendremos un problema como este”.
Ese año, Obama solicitó 6 mil 200 millones de dólares para atender el ébola y el congreso sólo le aprobó 5 mil 400 millones de dólares, entre otros, para desarrollar investigación.
En 2015 en Vancouver, Canadá, el empresario Bill Gates mostró en una conferencia la imagen de una de las variedades de coronavirus y decía: “si algo habrá de matar a más de 10 millones de personas en las próximas décadas, probablemente será un virus muy infeccioso, más incluso que una guerra, sin misiones, simplemente microbios”.
Cuestionaba que se invirtieran cuantiosos recursos para comprar misiles “pero en cambio muy poco en sistemas para detener epidemias.
“No estamos preparados para la próxima epidemia, eso está claro”, decía entonces el empresario.
Apenas el año pasado, en septiembre de 2019, el Consejo de asesores económicos de la Casa Blanca, retomó los llamados sobre la posibilidad de una pandemia y afirmaba que había un 4 por ciento de probabilidades de que una epidemia surgiera como producto de una modificación del virus de influenza, para el cual la mayoría de las personas no tenía inmunidad.
Por primera vez, ese documento calculó el impacto económico por la presencia de un virus, entre 413 mil millones de dólares y 3 mil 790 millones de dólares.
Sin bola de cristal
En los registros de la OMS, en este siglo, se reportan varios virus como pandemias: SARS en el año 2002; H1N1 en 2009; MERS en 2012; Ébola en 12014 y ahora Covid-19.
Antonio Lazcano, profesor emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México por sus estudios de origen de la vida e integrante de comités de la NASA, plantea que desde hace años se conocía de esos estudios o referencias de los especialistas epidemiólogos.
“No es ninguna predicción astrológica sino una predicción científica. Si revisamos lo que han trabajado por infectólogos, epidemiólogos, la gente que hace política de planeación de salud, desde hace muchos años han dicho que íbamos a enfrentar una epidemia o pandemias cada vez mayor”.
Son el resultado de zoonosis, “brincos biológicos, patógenos de una especie animal que entran en contacto con nosotros y ha habido muchos ejemplos en la historia de que esto ocurra. En el 2006 se publicó un artículo muy cuidadoso en la revista Science, en donde se dio a conocer un listado de las enfermedades infecciosas del futuro y ahí incluía enfermedades que afectan el aparato respiratorio porque ya se tenía la experiencia del SARS”, detalla Lazcano.
Como si hubiesen tenido una bola de cristal, lo que ha dejado a más de uno con la piel erizada, así está plasmado en la página 383 del libro, Los futuros de la salud en México 2050, escrito por Enrique Ruelas-Barajas y Antonio Alonso Concheiro, y editado por el Consejo Superior de Salubridad General, en el 2010.
Al hablar de los cuatro escenarios alternativos para el Sistema Nacional de Salud, los autores dicen: “Por otro lado, hacia el año 2020 se introduce en México un nuevo virus de alta letalidad para el que no existe cura conocida. A pesar de las restricciones en su transmisión (muy corta vida en condiciones ambientales normales), se estima que a causa de él fallece cerca de medio millón de personas. Sin embargo, luego de varios meses, las medidas preventivas introducidas permiten controla la epidemia”.
Hasta el martes 2 de junio, el número de personas fallecidas en México por Covid-19 era creciente, 10 mil 637 defunciones desde que en febrero se presentó el primer caso. Las estadísticas de la Secretaría de Salud, con el modelo centinela, mostraban que 235 mil 129 personas habían sido estudiadas por tener síntomas de Covid-19.
Enrique Ruelas, exsecretario del Consejo General de Salubridad en la administración del gobierno de Enrique Peña Nieto, y Antonio Alonso Concheiro, consultor y asesor de instituciones, plantean como médicos expertos que en los próximos años “en el 2027 la cobertura de los programas de vacunación baja a niveles de 50 por ciento. Tres años más tarde, en 2030, los problemas de salud mental en los adultos mayores de 65 años se convierten en el principal problema de salud en el país.
“En el año 2035, dos terceras partes de los enfermos del país son ya mayores de 80 años. Para el año 2050, la esperanza de vida al nacer de los mexicanos apenas rebasa los 80 años”.
Los detalles prospectivos de ese México de los próximos 10, 20 o 30 años muestra déficit de médicos generales o médicos especializados en áreas como radiología (imagenólogos) y geriatras. Lo que parece no cambiar para el año 2032 es la demanda de mejores condiciones de trabajo y salariales para los médicos y como consecuencia de ello, se advierte que ocurrirá una huelga de la cual poco obtendrán los profesionales de la salud.
Preparar el futuro
El investigador de la UNAM Antonio Lazcano, asegura que “no tiene nada de raro, muchos gobiernos difícilmente piensan en qué va a pasar para el futuro y el asunto había pasado desapercibido para mucha gente”.
Lamenta que en el caso de México la investigación científica esté afectada administración tras administración y a pesar de que en los últimos años “había un crecimiento sostenido, en 2017 se echaron para atrás muchos proyectos. Cuando entró el presidente (Andrés Manuel) López Obrador se dedicó a denostar a los investigadores como si fuéramos un grupo de parásitos que vivíamos del presupuesto, viajando entre lujos y alejados de la realidad”.
Explica Lazcano que, contrario a otorgar apoyos para preparar el escenario de una posible pandemia, el gobierno empezó a recortar los presupuestos a la investigación y “se desmantelaron los programas de vigilancia epidemiológica en la Secretaría de Salud”.
Lo que esto produce es que no se cuente con una red para emprender acciones en la epidemia, “si no se tiene una comunidad científica fortalecida, que siempre hemos tenido el compromiso por México”.
En los últimos años “a quienes como yo hemos trabajado con el RNA (ácido ribonucleico) que es la molécula que constituye el material genético del coronavirus y hemos dicho las últimas epidemias que hemos visto la del sida, la del SARS, la del zika, virus del Oriente del Nilo, la pandemia de H1N1, de manera que no nos cayó de sorpresa. Llevábamos tiempo advirtiendo que se venía una pandemia, era imposible saber cuál era el patógeno que iba a brincar, pero lo estábamos diciendo hace mucho”.
Tomás Miklos, autor de Prospectiva, gobernabilidad y riesgo político (Limusa, 2016) señala que es momento de pensar en la post pandemia, independientemente de lo que habrá que atender y resolver hoy sobre el virus: la creación de la vacuna, generar una serie de medicamentos, es momento de emprender el cambio de lo que somos, “de lo que se puede plantear al regreso de la normalidad”.
“Todo hasta ahora tiene ciertas reglas y manera de proceder, digamos acostumbradas, se hace lo que se acostumbraba a hacer, pero ya este acostumbrados a hacer había entrado en conflicto (antes de la epidemia) y hablábamos de muchos conflictos en el mundo y en nuestro país.
Propone emprender una “revolución, pero cultural” porque lo que está en juego además de la sobrevivencia del ser humano es “el rol mismo del Estado, de la democracia. Hay que revisar nuestras visiones para romper con la mirada de un futuro sólo como destino… Debemos crear conciencia de que somos ciudadanos del futuro y no del pasado”.
En su opinión, en nuestro país está la alternativa del cambio, esa búsqueda de elementos proactivos, diferentes a los tradicionales; y “los medios de comunicación tiene un rol estratégico que no se ha considerado”.
En este momento de la post pandemia, hay multitud de actores en juego, además de la vida de los seres humanos, elementos de gobierno, el rol del Estado y de la sociedad.
Para Micklos, quien ha sido asesor político “la característica de nuestros tiempos con respecto al pasados es que ahora el tiempo se han acelerado. Todas estas aportaciones de la ciencia y de la tecnología están acelerando la presencia exponencial de los futuros”.
Es momento de que en la post pandemia “aprendamos a romper la proyectiva, esa manera de ver el futuro como una simple continuación del pasado, sea matemático o históricamente, y pasar a la prospectiva que busca el mejor de los futuros posibles”.
Para el experto “no se trata de adivinar o de calcular el futuro exacto, estamos previendo alternativas y debemos estar preparados para estas alternativas… Tenemos que actuar hoy para crear un mejor mañana”.
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