Washington.- México reafirmó hoy en el seno de la 48 Asamblea General de la OEA su rechazo a la construcción de un muro en la frontera con Estados Unidos e insistió en la negociación como mecanismo para resolver diferencias entre los países de la región.
México es un país que no cree en los muros; México cree en los puentes que se construyen en los pilares del respeto mutuo y el respeto al derecho internacional, enfatizó el canciller Luis Videgaray durante su intervención en la segunda sesión plenaria del foro hemisférico.
Dijo que estos puentes deben construirse a través del diálogo sincero, la negociación y la búsqueda de coincidencias.
Expuso que su país cree en los puentes como mecanismos para fortalecer la amistad, la cercanía “y el cariño entrañable que debe prevalecer siempre entre los países de América y el Caribe”.
El funcionario mexicano también hizo un llamado a los países del continente a sumar voces para la defensa de los derechos humanos de los migrantes, sin menoscabo de los aportes que hacen al progreso económico de los países a los que migran.
Creemos que la organización y la región deben alzar la voz para defender la dignidad y los derechos humanos de los migrantes, sin importar cuál sea su situación jurídica.
Consideró que esta defensa debe darse a la par de un reconocimiento del valor que el trabajo de los migrantes tiene para la economía, para la sociedad y cultura de los países que los reciben.
“Reconocemos plenamente la soberanía de todos los Estados americanos. Reconocemos el pleno derecho que tiene cada país a determinar su política migratoria, pero esa soberanía no puede estar por encima de la dignidad de la persona y el respeto a los derechos humanos”, destacó.
Videgaray se refirió también a la necesidad de fortalecer la defensa de la democracia en la región, sin aludir a país alguno, indicando que esta “es una obligación jurídica, ante el continente, ante el mundo”.
Expuso que su país asume plenamente esta responsabilidad, respetando los principios de autodeterminación y soberanía nacional.
“Invocar estos principios para proponer la indiferencia no es otro cosa que convocar a una complicidad tácita, a no atrevernos a señalar lo que ocurre de mal en un país para que no nos señalen a otros, o simplemente a mirar al techo cuando la democracia se colapsa, en beneficio de unos cuantos y en perjuicio de todos los demás”, dijo.