CIUDAD DEL VATICANO. El papa Francisco cumple cinco años al frente de la Iglesia católica. Un papado de polémicas, reformas aun por completar y presiones conservadoras contrarias a las aperturas del primer pontífice latinoamericano que llega al solio de Pedro. Un pontificado ciertamente difícil no obstante la innegable popularidad internacional de Jorge Mario Bergoglio.
El 13 de marzo de 2013 los cardenales eligieron al arzobispo de Buenos Aires con un claro mandato: reformar el clero romano y la potente curia vaticana, protagonistas de guerras de poder, que influyeron no poco en la decisión de Benedicto XVI de renunciar.
Profunda división
Esta compleja tarea ha provocado una profunda división entre progresistas y conservadores dentro de la Iglesia, los primeros fascinados por las innovaciones propuestas por el Papa argentino, y los segundos por considerarlas contrarias a la doctrina católica, acusando a Bergoglio de “crear confusión” entre los fieles.
Francisco no se inmuta, mantiene con firmeza su línea y sigue adelante, coadyuvado por nueve cardenales (el llamado G9) que lo asesoran en el gobierno de la Iglesia. Y no piensa renunciar, quiere ser “el albañil de las reformas”, como dijo el jesuita Antonio Spadaro, uno de sus principales consejeros.
Resumiendo este quinquenio, el experto vaticanista Marco Politi escribió que en su pontificado Bergoglio ha dado “dos pasos adelante y uno hacia atrás”, cometiendo errores que han dado armas a sus adversarios que han llegado a considerarlo “un herético”, dominado por una fuerte pasión pastoral con gestos de gran impacto popular y mediático, que le han hecho perder el rumbo doctrinario.
Crítica adentro y afuera
Un punto sumamente crítico en este aspecto ha sido la voluntad de Francisco de permitir que en determinadas situaciones los católicos divorciados y vueltos a casar puedan, mediante una vía penitencial, acceder nuevamente a los sacramentos perdidos. Son los obispos los encargados de evaluar estas situaciones en sus diócesis.
Además de las críticas internas, las tensiones con Donald Trump también se han extiendido a la Conferencia Episcopal estadounidense.
Otro tema susceptible de enfrentamiento con la aguerrida ala conservadora del clero es la posibilidad planteada por Francisco de que las mujeres sean ordenadas como diáconos. Una revolución para la Iglesia católica, ya que se trata de un servicio reservado solo a los hombres.
En el contexto de los problemas de Francisco durante su pontificado, se incluyen los relativos a los escándalos homosexuales y a la pederastia en el clero, una plaga que no obstante sus esfuerzos y su dura condena, aun está muy lejos de vencer.
El futuro de la iglesia
Por otro lado, según el editorialista del “Corriere della Sera”, Massimo Franco, Francisco, el futuro de la Iglesia está en las periferias geográficas. Esta concepción provoca una “desconexión cultural” con el centro, sobre todo europeo, que durante muchos siglos ha mantenido el control de la Iglesia. “Este es un Papa latinoamericano; su elección significó un corte en la visión Occidente-Oriente”. Bergolglio ve al mundo desde el “sur” y su relación con Occidente es más “áspera”.
Al mismo tiempo, reconoce Franco, las propuestas revolucionarias de Francisco “prácticamente han terminado”. Por ejemplo, las reformas de la curia y del IOR, el banco vaticano, son lentas y “dan señales de agotamiento”.
Bergoglio está consciente que realizar los cambios propuestos es una tarea titánica. Pero tiene confianza en que el proceso iniciado sembrara semillas que podrán cosechar sus sucesores.
Además de las críticas internas, las tensiones con Donald Trump se extienden a la Conferencia Episcopal de EU. El año pasado, Bergoglio envió a su secretario de Estado para sondear las divisiones entre pro y anti-bergoglianos en la Iglesia de Estados Unidos
Bergoglio ha dado “dos pasos adelante y uno atrás”, cometiendo errores que han dado armas a sus adversarios que han llegado a considerarlo “un herético”