Ciudad del Vaticano.- Dos Estados con fronteras reconocidas internacionalmente. El Papa Francisco reiteró en su mensaje navideño la posición del Vaticano, que para la solución del añejo problema medio-oriental entre israelíes y palestinos, pugna por dos Estados con fronteras reconocidas internacionalmente y que en estos días es motivo de debate tras la decisión del presidente Donald Trump de indicar a Jerusalén como capital de Israel.
Una vez más, la paz para Jerusalén y para la Tierra Santa fue auspiciada por el jefe de la Iglesia Católica en ocasión del mensaje “urbi et orbi” (a la ciudad y al mundo), pronunciado como todos los años por el Papa Francisco desde la logia central de la Basílica de San Pedro.
En el ulterior y necesario llamado global a la paz en el planeta, Bergoglio se refirió también a la preocupante situación “en la península coreana”, auspiciando que “supere los antagonismos y aumente la confianza reciproca por el bien del todo el mundo”. Evidente fue la referencia a la carrera nuclear de Pyongyang.
No faltó tampoco la imploración al “niño Jesús” para que en Venezuela se reinstaure “un diálogo sereno entre los diversos componentes sociales por el bien de todo el querido pueblo venezolano”.
De esta manera, Francisco aludió a la grave situación que se registra en el país sudamericano, sordo hasta ahora desde el punto de vista político a los apremiantes llamados de la Iglesia católica.
El tema central del mensaje de Bergoglio se fundó en la señal dejada al mundo por el “niño Jesús”, cuyo rostro –subrayó- “lo reconocemos en los rostros de quienes, especialmente de aquellos que como Jesús no encuentran hospitalidad”.
Clara alusión a los migrantes de hoy en el mundo, uno de los temas privilegiados por el pontífice argentino desde el inicio de su pontificado, hace casi cinco años.
Francisco dijo que, además que en los rostros de los niños de Medio Oriente y Venezuela, “vemos a Jesús en los rostros de los niños sirios, aun marcados por la guerra que ha ensangrentado ese país”, auspiciando que “Siria pueda finalmente reencontrar el respeto por la dignidad de cada persona, mediante el compromiso unánime de reconstruir el tejido social con independencia de etnia o religión.
“Vemos a Jesús –añadió- en los niños de Irak”, así como en los niños de África, especialmente de Sudan del Sur, Somalia, Burundi, República Democrática del Congo, República Centroafricana y Nigeria”.
Para Francisco, Jesús es visto también en los rostros “de aquellas zonas del mundo donde la paz y la seguridad se ven amenazadas por el peligro de las tensiones y de los nuevos conflictos”.
Fue a este punto que mencionó las situaciones de Venezuela, así como de Ucrania, antes de ampliar su discurso al aspecto estrictamente social, al afirmar que en el mundo “soplan vientos de guerra y un modelo de desarrollo superado que produce degradación humana, social y ambiental”. “Vemos a Jesús en los niños cuyos padres -puntualizó Francisco- que con gran esfuerzo intentan ofrecer a sus hijos un futuro seguro y pacífico, y en aquellos cuya infancia fue robada, obligados a trabajar desde una edad temprana” o que han sido enrolados “como soldados mercenarios sin escrúpulos”.
También a nosotros –concluyó Bergoglio ante los fieles congregados en la plaza de San Pedro, blindada por las reforzadas medidas de seguridad- se nos ha dado una señal de Navidad: “un niño envuelto en pañales”.
“Como la Virgen María y San José y los pastores de Belén, acojamos en el niño Jesús el amor de Dios hecho hombre por nosotros y esforcémonos para hacer que nuestro mundo sea más humano, más digno de los niños de hoy y de mañana”.
