La presidenta de Croacia, Kolinda Grabar Kitarovic, fue una de las sensaciones del Mundial de Rusia y hoy sorprendió por su apoyo a los jugadores croatas tras perder la final ante Francia, pues estuvo con ellos en todo momento, desde que bajó al campo para abrazarlos e incluso en los vestidores los animó aunque las lágrimas le brotaran.
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La mandataria croata es amante del futbol y lo demostró en esta Copa del Mundo, pero siempre dando el ejemplo de lo que debe ser un líder político: pidió permiso para viajar a Rusia, lo hizo en clase económica y pagó sus viajes y boletos de su propio dinero. Por si fuera poco, se descontará de su sueldo los días que no trabajó por estar en el Mundial.
Grabar-Kitarović, de 50 años, fue elegida en 2015 como la primera mujer presidenta del país balcánico con solo 46 años de edad, la más joven en el cargo de la historia de Croacia.
Madre de Luka y Katarina, siempre se ha desarrollado entre la política y la diplomacia gracias a que habla croata, inglés, español y portugués, y entiende el alemán, el francés y el italiano.
En el 2008 fue embajadora en Estados Unidos y en el 2011 llegó a la OTAN como adjunta a la Secretaría General.
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En este Mundial acaparó los reflectores por romper el protocolo al festejar de manera apasionada los goles de Croacia.
La presidenta de centro-derecha se perdió la semifinal contra Inglaterra (victoria 2-1 en alargue) debido a la cumbre de la OTAN, aunque sí estuvo en los octavos de final frente a Dinamarca y los cuartos contra el equipo anfitrión.
"Parto para ver la final, no solamente como mujer política y como presidenta, sino como hincha apasionada del futbol croata" y como "alguien que ha jugado al futbol", declaró.
"Esta generación de caballeros de (el seleccionador Zlatko) Dalic ha superado a la generación de los chicos de Ciro" Blazevic, entrenador semifinalista en 1998, apuntó.
Kolinda Grabar Kitarovic le regaló este domingo una casaca de la 'Cuadriculada' a su homólogo francés Emmanuel Macron, al igual que lo hizo en Bruselas con la primera ministra británica Theresa May y el presidente estadounidense Donald Trump.
Trump recibió una con el número 9, que en el plantel del Mundial corresponde a Andrej Kramaric y que en el Mundial 1998, donde Croacia fue tercera, llevaba Davor Suker, el máximo anotador de aquella edición.
La camiseta de May era con el número 10, que en el equipo actual lleva Luka Modric.
“Su partido” contra Macron
Kolinda Grabar Kitarovic tuvo su propio “partido” con su homólogo francés, Emanuel Macron, en el palco de honor del estadio Luzhnik donde se llevó a cabo la gran final del Mundial.
Pocos fueron los momentos en que ocuparon sus asientos durante los 90 minutos: gritaron, apoyaron y gritaron los goles.
Tras bajar al campo para felicitar a sus jugadores, a Kolinda y Macron poco les importó la incesante lluvia para abrazarlos, mientras el mandamás ruso Vladimir Putin y el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, se cubrían con el paraguas.
Y en un buen gesto, Macron entró al vestuario de la selección croata para felicitar a los jugadores pese a la derrota en la final ante el conjunto nacional galo.