CIUDAD DEL VATICANO. La probabilidad ahora es más concreta, aunque no inmediata. El Papa Francisco podría coronar su pontificado con un viaje a China, el gigante asiático con más habitantes en el mundo: un logro realmente histórico. Se trataría del principal fruto del acuerdo, si bien provisional, firmado por el Vaticano con el gobierno chino sobre el conflictivo punto de la designación de obispos, considerando que Pekín se arrogaba su nombramiento, algo insoportable para el Estado pontificio.
Un dato por lo menos curioso es que un pontífice jesuita como Francisco puede convertirse en el líder católico que logre recomponer la relación con el régimen comunista después de 67 años y viaje con el fin de mejorar la difícil situación de los católicos chinos (unos 10 millones).
China y el Vaticano acordaron un sistema mixto para la elección de obispos a prueba por dos años con el candidato designado por una comisión de fieles y la decisiva aprobación del gobierno de Pekín.
El Papa tendrá el derecho de veto, en cuyo caso las partes negociarían con la posibilidad de que las autoridades chinas propongan a otro candidato.
Por lo pronto, en el Vaticano se subraya que este acuerdo abre las puertas a la concreta posibilidad de un próximo viaje papal a China, que podría no sólo favorecer la situación de los católicos en el gigante asiático, sino dar un fuerte impulso a la normalización de las relaciones diplomáticas entre ambos Estados.