ROMA. Invade las calles italianas y ha provocado cientos de accidentes. Aunque llegó para solucionar problemas, esta especie invasora parece haber creado más, y no se trata de una planta o un animal, sino del patinete eléctrico.
La compra o el alquiler de este medio de transporte no deja de crecer en ciudades como Milán o Roma, que concentran más de 40 por ciento de todos ellos, pero la falta de normas y control en torno a su uso ha derivado en centros históricos atestados de patines mal estacionados, así como varios accidentes.
ÉXITO POST CONFINAMIENTO
Los patines comenzaron a extenderse entre la población para uso personal (Italia financia 60 por ciento, hasta 500 euros en la compra de estos medios eléctricos), pero sobre todo alquilados a las múltiples empresas que los han distribuido en distintas ciudades.
Son los segundos los que causan estos los problemas de invasión de los espacios peatonales.
En Roma hay más de tres mil patines de uso compartido, distribuidos por seis empresas presentes también en otras ciudades: las estadounidenses Helbiz, Lime y Bird, Dott (Países Bajos), Wind (Alemania) y Keri (Estonia).
“Me gusta lo convenientes que son. Teniendo en cuenta cómo el coronavirus afectó a Italia, me preocupaba moverme en espacios cerrados como el metro o el bus. Además no planteaban una barrera lingüística como otros medios de transporte”, cuenta Sonny, un estadounidense.
Recurrir a estos vehículos mata dos pájaros de un tiro: tras el confinamiento, la gente evita el transporte público y recurre a medios privados, con lo que estos patines se convierten en una opción ecológica al evitar el uso del coche, y segura, al evitar aglomeraciones.
El problema llegó después, ante el mal uso que hacen de ellos, hasta el punto de que la pasada semana, Milán lanzó un servicio de recogida de estos vehículos eléctricos que invaden sus aceras.
Según la fiscalía de Milán, en la ciudad hay más patines compartidos de los que la administración municipal permitió a las empresas poner en circulación, lo que el alcalde, Giuseppe Sala, ha calificado como un “asunto grave, que sugeriría retirar inmediatamente la autorización a quienes han puesto más patines de los esperados”.
UNA JUNGLA URBANA
La falta de regulación sobre su estacionamiento, descrita en algunos medios como una “jungla urbana”, es objeto de críticas desde muchos sectores.
Personas con discapacidades motoras y sensoriales, pero también ancianos y padres con cochecitos se ven obligados a hacer slalom y piruetas todos los días para evitar accidentes, señalan los medios.
“Los patines se han extendido de forma desenfrenada, con una situación que está a punto de estallar: veo escenas preocupantes, con gente exasperada tirándolos al suelo, y se encuentran aparcados por todos lados”, comentó Carlo Tosti, presidente de Telma Lab, empresa especializada en la innovación en campos como el transporte, la energía, la logística, la movilidad y el medio ambiente.
Los pueden conducir los mayores de 14 años, y el uso de casco es obligatorio hasta los 18. En caso de haberlos, deben utilizarse en carriles bici, y si no en vías urbanas con un límite de velocidad máximo de 50 km/h. No pueden ir a más de 25 km/h, o seis km/h en vías peatonales y si se conducen de noche o con poca luz, es obligatorio ser visible.
Es decir, su uso queda “regulado”, pero qué hacer con ellos al terminar, no, por lo que es muy frecuente encontrarlos en medio de la acera.
Un caso aparte es en la ciudad de Pisa, donde sí se han establecido espacios específicos para estacionar estos aparatos.
“La atención principal está dentro de las Murallas. Aquí el estacionamiento de este medio de transporte es obligatorio, es decir, se debe hacer en los puestos especiales, de lo contrario el alquiler no cesa y se sigue pagando el servicio”, explica Michele Francione, director de desarrollo de Bit-Mobility en Italia.
ACCIDENTES
A todo ello se suman los accidentes, que como ejemplo, sólo en Milán han sido más de 150 en apenas tres meses, como el de un hombre que perdió el control y terminó chocando con el parabrisas de un coche o un chico que, sólo y por la noche, acabó rodando por el suelo.
Los datos reseñados se refieren a los accidentes que terminan con una llamada al 118 (el número de emergencias italiano).
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