Después de una semana de negociaciones sin descanso acerca del nuevo Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decidió enviar la notificación formal al Congreso de su acuerdo con México a la vez que dejó la puerta entreabierta a Canadá.
"Hoy el presidente informó al Congreso de su intención de firmar un acuerdo con México - y Canadá, si lo desea - a partir de 90 días. Es el acuerdo más avanzado y con mayores estándares comerciales en el mundo", dijo el representante de Comercio Exterior estadounidense, Robert Lighthizer, en un escueto comunicado.
De este modo, queda más cerca el objetivo expreso de Trump de reformar el TLCAN, un pacto en vigor desde 1994 entre los tres países vecinos, que el mandatario ha calificado de manera repetida como un "desastre".
Concluye, asimismo, una agitada semana que arrancó con el inesperado acuerdo bilateral entre EU. y México, que lograron alcanzar un compromiso en el complejo tema del sector automotriz, y las posteriores conversaciones contrarreloj de la ministra canadiense de Exteriores, Chrystia Freeland, con Lighthizer.
Inmediatamente después de conocerse el lunes el pacto entre EU y México, Freeland acortó una gira por Europa para regresar a la mesa de negociación, con el plazo marcado por Trump para que Canadá se sumase al nuevo acuerdo antes del viernes.
El juego a tres bandas se completaba con la decisión de la delegación mexicana, encabezada por el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, y el canciller, Luis Videgaray, de permanecer en Washington para estar a disposición de sus socios comerciales en caso necesario.
Freeland mantuvo la calma durante las interminables jornadas de negociación y no se cansó de repetir el lema de su primer ministro, Justin Trudeau, de "es mejor que no haya acuerdo que alcanzar un mal acuerdo".
Finalmente, hoy mostró su optimismo acerca de los progresos alcanzados, y por primera vez la ministra canadiense remarcó que veía "posible" un acuerdo satisfactorio para las tres partes.
Todo ello, pese a las presiones de la Casa Blanca, que insistía una y otra vez en que prefería un pacto trilateral con Canadá incluida, pero que no tenía problema alguno en avanzar solo con México.