Sascha Moellering fue testigo de la caída del Muro de Berlín en la puerta de Brandenburgo el 9 de noviembre de 1989. Pero le llevó diez años más deshacerse de la barrera sicológica que le hacía pensar en el oriente comunista y el oeste capitalista.
Desde la televisión de su casa, su madre vio imágenes de personas sacudiendo las vallas en la frontera después de que Günter Schabowski, un alto funcionario de la Alemania Oriental comunista, anunció accidentalmente la apertura del muro en una conferencia de prensa.
"Llegado un momento mi madre me miró y me preguntó:'¿Qué estás haciendo aquí? ¡Vete! ¡Esto es historia! Y tienes que ir'", recordó Moellering antes del 30º aniversario del acontecimiento que finalmente condujo a la reunificación alemana.
"Había unas cuantos miles de personas de pie en el muro cantando y bailando canciones de los Beatles, 'Give peace a chance', por supuesto, y el ambiente era muy bueno," dijo.
El Gobierno de Alemania Oriental llevaba meses bajo presión para permitir que sus ciudadanos viajaran libremente cuando Riccardo Ehrman, periodista de la agencia de noticias ANSA, preguntó a un Schabowski claramente poco preparado sobre las normas de viaje actuales.
Dudando de sus palabras, Schabowski dijo que el Gobierno de Alemania Oriental había decidido dejar salir a los ciudadanos a través de cualquier cruce fronterizo, y que creía que la nueva norma entraba en vigor de inmediato. Los eufóricos y atónitos alemanes del Este se precipitaron a la frontera para echar un vistazo a Occidente.
"No estoy seguro de si realmente llegué a contribuir en algo, pero si lo hice aunque fuera un poquito, estoy increíblemente orgulloso", dijo Ehrman a Reuters.
Más tarde se supo que el anuncio no debía hacerse hasta las 4 de la madrugada del día siguiente. Schabowski también había querido decir que los alemanes orientales podían solicitar visados de forma ordenada.
Caída del muro, un mundo diferente
Hans Modrow, el último primer ministro comunista de Alemania Oriental, fue tomado por sorpresa.
"Estaba caminando cuando un joven se me acercó y me dijo:'¿Has oído? ¡La frontera está abierta!'. Y le pregunté:'¿De dónde viene eso?' (Y él dijo) 'Sí, la frontera está abierta, ¿debería ir?' y yo dije: '¿Adónde irías?'".
Susanne Roebisch, que era de Berlín Oriental pero que fue una de las pocas que consiguió permiso para mudarse a Berlín Occidental con su familia en 1985, recuerda haber dicho adiós a todos los que conoció cuando tenía 14 años, sin esperar volver a verlos.
Se sorprendieron al enterarse de que el muro había caído.
"Todos nos sentamos allí, pensando: ¿Cómo? ¿El muro está abierto ahora? ¿Fue una declaración explícita? ¿Dijo que todo el mundo puede ir de Este a Oeste y de Oeste a Este? ¿Cómo?", dijo ella.
Su padre, que llevaba un diario detallado, escribió una nota en la página del 9 de noviembre de 1989: "La frontera está abierta". Las entradas de los siguientes días muestran que recibieron un flujo constante de visitas de familiares y amigos que vivían en el Este.
Pero aunque el muro físico se derribó rápidamente, a los alemanes les ha llevado mucho más tiempo sentir que el Este y el Oeste se han convertido en un solo país.
La mayoría de los alemanes en el antiguo este comunista todavía se sienten como ciudadanos de segunda clase, a pesar de que están alcanzando económicamente a las regiones occidentales, según un informe del gobierno publicado en septiembre.
Helmut Kohl, el canciller que unió a Alemania, impulsó la unión política. Pero factores como estructuras económicas obsoletas y un modo de vida impuesto a los ciudadanos por el régimen comunista han obstaculizado la integración.
Moellering dijo que le llevó mucho tiempo ver Berlín Oriental como parte de Berlín. "La sensación - como un niño que creció protegido en Lichterfelde, al otro lado de la ciudad - era que el mundo era completamente diferente".
Me llevó unos diez años borrar la frontera de mi cabeza
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