PARIS, Francia - ¿Venezuela se convertirá en epicentro de una nueva crisis geopolítica entre Estados Unidos y Rusia, como la crisis de cohetes de Cuba en 1962? La tensión entre ambos países, en todo caso, aumentó considerablemente en los últimos días después de un sensible incremento de la asistencia militar rusa a Venezuela.
En las principales capitales europeas y en el cuartel general de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en Bruselas se encendieron las luces rojas cuando se supo que el 23 de marzo llegaron dos aviones rusos al aeropuerto Simón Bolívar de Maiquetía, en el estado Vargas, que transportaban 99 militares, comandados por el mayor general Vasilly Tonkoshkurov.
Esos aparatos, un Antonov 124 y un Ilyushin Il-62, transportaban además 35 toneladas de material. Moscú aseguró que se trataba de un proyecto de “asistencia técnica“. Pero Estados Unidos aseguró que, en realidad, los militares rusos —especialistas en cohetería— tenían por misión poner en buen estado de funcionamiento los misiles tierra-aire S-300, afectados por el gigantesco corte electricidad registrado entre el 7 y el 14 de marzo. Después de unos 10 días de normalidad, el servicio de energía volvió a ser interrumpido el lunes pasado.
La llegada de ese contingente militar causó inquietud e irritación en Estados Unidos. El primero en reaccionar fue el presidente Donald Trump, quien intimó al Kremlin a abandonar el país, y a “respetar” y no intervenir en las relaciones de Washington con Caracas. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, confirmó el envío de “especialistas” encargados de ejecutar los contratos firmados en 2011 con Caracas, pero minimizó la importancia del episodio.
El secretario de Estado, Mike Pompeo, se comunicó de inmediato con el canciller ruso, Serguei Lavrov, para comentarle que esa iniciativa rusa tendía a “agravar las tensiones” de la crisis venezolana. Lavrov respondió indicando que su país respetaba la Constitución venezolana y le informó que esa ayuda estaba únicamente destinada a impedir que Washington organizara un golpe de Estado para permitir que Juan Guaido asumiera el poder.
El consejero para asuntos de seguridad nacional, John Bolton, se sumó el viernes a esas presiones al condenar el envío de militares a Venzuela a fin de ayudar al régimen chavista de Nicolás Maduro a perpetuarse en el poder. Bolton, que desconoce al significado del término sutileza, sin duda pensaba en Rusia cuando lanzó una severa advertencia a cualquier país extranjero que intente intervenir en Venezuela. Todo acto en ese sentido, será considerado como un atentado a la paz y a la seguridad de la región, advirtió.
En respuesta a esas reacciones, Rusia respondió diciendo no tiene ningún contingente militar ni está llevando operaciones militares en Venezuela. "No se trata de ningún contingente militar y, por lo tanto, son totalmente infundadas las afirmaciones de que Rusia está realizando operaciones militares en Venezuela", dijo la portavoz de la cancillería rusa, Maria Zajarova. "Los intentos de intimidar a Moscú con sanciones por su cooperación legítima con Venezuela parecen absurdos", agregó.
El incremento de la presencia militar rusa en Venezuela no es juzgado como un episodio menor por las cancillerías europeas y los especialistas de la OTAN. La llegada de los aviones con técnicos en misiles no son un episodio aislado. Las alertas occidentales volvieron a activarse la última semana, después de la reciente inauguración de un centro de formación para pilotos militares de helicópteros rusos Mi-17V-5, Mi-35M y Mi-26T.
El régimen de Maduro también está construyendo una fábrica de ametralladoras del tipo Kalashnikov y una fábrica rusa de proyectiles.
Desde enero, también circularon versiones –inverificables– sobre la presencia de mercenarios rusos de la milicia Wagner, fuerza privada independiente que opera en misiones “non sanctas” con el acuerdo tácito del Kremlin. La llegada de esos combatientes, con gran experiencia en el este de Ucrania y en Siria, fue desmentida por el embajador ruso Vladimir Zaiemski, quien desautorizó la información diciendo que se trataba de una “broma”. Pero pocas horas después fue confirmada al diario francés Le Monde por el ex mercenario Evgueni Chabaiev, que dirige un grupo de “perros de guerra” de origen cosaco.
Los célebres Wagner habrían asumido al parecer la protección de altas personalidades del régimen chavista, en particular del presidente Maduro, y trabajan al mismo tiempo en la formación de una guardia pretoriana de 400 miembros encargada de la seguridad de los funcionarios clave del gobierno en caso de complot o invasión militar del país.
En todo caso, todo el mundo funciona desde hace días en estado de alerta.