Xalapa, Ver.- Que Dios me agarre confesada… seguro aquí me matan”, recuerda doña Toñita los momentos de infierno que vivió en la colonia Luz del Barrio al ser atacada salvajemente por dos perros de la raza pitbull.
El pasado 13 de agosto parecía un día normal en la vida de doña Toñita. Desde que se levantó muy temprano había pensado las actividades que debía hacer a lo largo del día.
El ama de casa, de 65 años de edad, comentó que regularmente despierta a la misma hora que su esposo se va trabajar, a las 6 de la mañana, después realiza sus labores domésticas y más tarde desayuna.
Todo hasta ese momento marchaba bien. Sin embargo, decidió salir a la tienda a comprar un pan para degustarlo con su cafe. Allí fue el inicio de lo que nos confiesa “ha sido el peor momento de mi vida”, dijo en entrevista en su domicilio, a unos metros de donde sufrió el feroz ataque de los perros.
Precisó que en el trayecto a la tienda se encontró con una perra en celo de la raza pitbull que “jalaba” una larga fila de canes. Con el miedo aún reflejado en su rostro, Toñita relató que esos fueron instantes de terror jamás vividos. “Sentí el peligro de inmediato, y cuando vi que la perra gruñía y se ponía en posición de ataque quise levantar una cáscara de jinicuil para asustarla, pero lo pensé y dije: no, porque si lo hago me puede atacar, por lo que me di la vuelta para evitarla”.
Y sobrevino el primer ataque.
Al dar la espalda sentí que me dio una mordida en la sentadera y grité para que alguien me ayudara, pero nadie llegó, luego caí y allí se me aventó otro perro de la misma raza… como pude me levanté y seguí caminando, pero el otro perro me lanzó otra mordida y lo llevaba colgando de mi brazo izquierdo, mire, aquí están las cicatrices
Con un nudo en la garganta por su narración, y como si lo estuviera viviendo en ese momento, Toñita recuerda que cayó por tercera ocasión y fue cuando los perros, ya enfurecidos tal vez por el olor a sangre, lanzaron una última embestida que la dejó sin fuerzas y en medio de un charco de sangre, ya que sufrió mordidas en brazos y piernas. “Mis gritos de terror fueron escuchados por jóvenes que trabajan en la farmacia de aquí cerca y de un negocio de materiales para la construcción, ellos salieron y me los quitaron y me decían `levántese señora, pero yo no tenía fuerzas para hacerlo”, precisó mientras lloraba en esos momentos porque sabe que la tragedia pudo hacerla su víctima.
El cruel ataque hoy mantiene a Toñita en una constante terapia que la ayude, porque hay noches que vienen a su mente los peores tres minutos de su existencia, pero que se volvieron eternos, interminables.
Las heridas que sufrió Toñita en gran parte del cuerpo ya cerraron, sin embargo, sabe que las cicatrices que quedaron en su mente y corazón tardarán en sanar, de quedar atrás en un pronto olvido.
¿Y LOS RESPONSABLES?
Sobre este ataque nadie se hizo responsable. Nadie sabe quiénes son los dueños de los perros ni dónde están, por lo que la familia de Toñita tuvo que absorber los gastos que generaron sus curaciones.