TENANCINGO, Méx. (OEM-Informex).- Los mensajes de despedida con cortas frases para Maribel lucen en su altar. Sus amigos y compañeros los colocaron sobre un mural instalado a un costado de su caja. También sus fotografías en las que se miraba sonriente.
—Así era siempre, llena de vida, —dice con palabras entrecortadas uno de sus tíos. Luego evaden ahondar sobre lo ocurrido.
Su padre apenas sostiene las palabras para pedir que la entrevista se haga después. Aún falta el golpe final.
-¡Vamos por el último golpe! -dice el hombre de forma metafórica, para referirse a la sepultura de su hija, desaparecida y asesinada en Tenango del Valle el pasado 16 de noviembre.
Hay inquietud y necesidad por contar la historia de Maribel, para que las autoridades no se olviden del caso, pero el dolor los consume y prefieren postergar el dar alguna versión a los medios.
“Gracias por interesarse y estar aquí pero por ahora no puedo”, sugiere el padre de Maribel. El Sol de Toluca es el único medio que los ha buscado.
Maribel González Bernal, de 18 años de edad, era la mayor de las hijas, oriunda del pequeño poblado de San Martín Coapaxtongo, municipio de Tenancingo, desde donde salía cada mañana hasta la parada ubicada a pie de carretera para trasladarse a Toluca. Este ciclo escolar había iniciado el primer semestre en la licenciatura en Enfermería en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM).
—Apenas había iniciado la carrera, era el primer semestre, —precisa su tío. Pero ese sueño se le apagó a la joven.
La búsqueda por Maribel se inició desde el pasado jueves 16 de noviembre en los cerros, caminos en terracería y los pueblos aledaños a San Martín, pero fue hasta el domingo 19 que la encontraron, pero ya sin vida. Fue localizada a unos 200 metros de la carretera en un paraje en el municipio vecino de Tenango del Valle.
“Montamos una búsqueda entre la gente del pueblo y la policía de Tenango y Tenancingo hasta que la encontramos”, revela su padre.
Esa búsqueda se hizo día y noche desde que ya no se supo de la estudiante. La llamada de las 14:00 horas que su padre le hacía a diario como protocolo de seguridad nunca entró. Fue que comenzaron las sospechas de que algo andaba mal y la angustia creció.
Cuatro días duró la búsqueda de la estudiante de 18 años, quien se convirtió en un caso similar al de Karina y Jessica, la primera de Ixtlahuaca buscada durante 17 días y la otra de Otzolotepec.
— ¿Han recibido alguna llamada del fiscal? —surge como pregunta obliga en la corta entrevista.
—No, nadie nos ha hablado, espero hablar con el fiscal, —reprocha el papá de Maribel. Lo dice frustrado porque sabe que mientras en la capital del estado la Fiscalía ha dado una conferencia de prensa sobre los avances en las indagatorias del homicidio del ejecutivo de una televisora, el asesinato de su hija no ha sido tema en las declaraciones.
En el domicilio de la familia González Bernal, una pequeña capilla con globos, margaritas, rosas y veladoras a medio consumir, adornan el ambiente y el altar.
Una figura de la Virgen de Guadalupe permanece frente a la caja, rodeada por las flores y fotos.
También globos rosas, por la corta edad a la que falleció Maribel. Colgados como si fuera su fiesta de cumpleaños.
En la parte frontal de su casa se instaló su altar con el cuerpo presente, sobre cimientos de una habitación derrumbada por el sismo y las sillas se instalaron en la calle.
Dos fotos al fondo rodeadas de una imagen de la Virgen y una cruz en medio de todo.
Sobre el piso tapizado de aserrín una cruz con pétalos de flor y en la pared de acceso a la casa, el mural que las amigas y compañeros le decoraron. La sonrisa en Maribel siempre resalta. La joven era feliz.
Sobre el mural, en letras grandes se puso: “Descansa en Paz Maribel”.
Otras frases le decían: “Siempre te recordaremos Maribel”, “Siempre en nuestros corazones”, decorados en corazones negros por el luto.
La iglesia de San Martín repicó las campanas al mediodía, su féretro arribó hasta la pequeña iglesia en silencio, sin música, su padre y su madre a su lado siempre.
Fue hasta las 15:00 horas que el cuerpo se trasladó hasta el panteón, ya con la compañía de sus compañeros de escuela que llegaron desde Toluca. La caravana superó las 500 personas. Todos con rosas y margaritas entre las manos. El último golpe era despedirse de ella, dijo su padre.
En San Martín todos sus pobladores supieron del caso, incluso se unieron a la búsqueda y efectuaron un bloqueo en la carretera por iniciativa propia.
El homicidio de Maribel caló en el pueblo, pero aún más porque se saben ignorados por las autoridades. No hay testigos, ni posibles responsables. Pero sólo por hoy aguardarán, mañana su familia guardará el luto y exigirá justicia. La historia se repite, la inseguridad también.(S)