Oaxaca.- En Oaxaca y Chiapas se cumplen 365 días del peor sismo que en los últimos 100 años en la región sureña de México. El movimiento telúrico con epicentro en Pijijiapan, Chiapas, de 8.2 de magnitud que sacudió el Istmo de Tehuantepec, no sólo dejo 82 familias enlutadas, también generó una ola de problemas que a la fecha no se han apaciguado.
Y si bien el gobierno entregó tarjetas con recursos a los habitantes de los municipios afectados, muchos de ellos decidieron no comprar material de construcción de manera inmediata, para utilizarlos en diversos casos para otras necesidades.
En Oaxaca, en materia de casas habitación, de acuerdo con la Comisión Estatal de Vivienda (Cevi) y Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu)fueron afectadas 63 mil 634 viviendas; de ellas 36 mil 826 presentaron daño parcial, mientras que 26 mil 808 fueron destruidas totalmente por el sismo.
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Según información de la dependencia, para la reparación de estos daños, el gobierno federal y el estatal convinieron en la entrega de tarjetas a través de Bansefi; con este modelo las casas con menor rango de daños recibirían 15 mil pesos, mientras que aquellos que lo perdieron todo serían beneficiados con un monto de 120 mil pesos.
Hasta hoy, ha sido entregado 99% de las tarjetas , sólo faltan poco más de 400 que no han sido distribuidas por diferentes temas, como que el dueño de la propiedad no se encuentra en el país, no se cuenta con documentación necesaria o simplemente el propietario no ha sido localizado o falleció.
La cifra luce alentadora, pues todo pareciera indicar que los tres mil 768 millones de pesos de los cuales el estado puso mil servirían para volver a levantar las viviendas; sin embargo, otros factores contribuyeron para que no se realizará de esta manera. Y muchas casas permanezcan derruidas.
Teresa Hernández es una mujer de Juchitán, su casa prácticamente se colapsó por el sismo, fue beneficiada en el primer censo y le fue entregada una tarjeta con 120 mil pesos; no obstante, no edificó otra vivienda: tomó la decisión de gastar parte del dinero en su alimentación y lo demás en otras necesidades.
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En este universo de afectados también hay quienes iniciaron la edificación pero no han podido terminarla debido a la falta o encarecimiento del material, como tabique y cemento, así como al tan desquiciado aumento en la mano de obra, pues la falta de albañiles en la zona ha provocado que exista una mayor demanda.
NADA VOLVIÓ A SER IGUAL
Después de las 23:49 horas de aquel jueves 7 de septiembre nada volvió a ser igual en el Istmo. Las velas, fiestas tradicionales de la sociedad oaxaqueña en Juchitán fueron canceladas; la tristeza invadió una tierra alegre y colorida, la música se apagó para dar paso a la melancolía que recorre las calles, donde se observan estructuras dañadas, escombro tirado y una que otra edificación reconstruida que rompe con lo tradicional.
El golpe del iceberg aún no termina, pues hombres, mujeres y niños permanecen viviendo en casas que se afectan cada día más, producto de los 19 mil 913 sismos que se han originado en el Istmo desde aquella trágica noche.
En los 290 municipios declarados en desastre, que incluyen a los 41 de emergencia que pertenecen a la zona cero, la reconstrucción avanza a paso lento, en medio del burocratismo y la corrupción de autoridades de los tres niveles de gobierno, que aunque han invertido recursos, no han sido suficientes para regresar a la cotidianidad.