Chihuahua.- Cerca de 250 rarámuris provenientes de diversas partes de la Sierra Tarahumara han migrado a la ciudad de Chihuahua en busca de mejores condiciones de vida, donde han instalado viviendas irregulares.

En condiciones precarias, y con el mínimo de materiales de construcción, madera, lámina, hule y algunos otros artículos, han elaborado casas con cuartos de tres metros cuadrados en las que incluso viven familias de hasta 20 integrantes.

El nuevo asentamiento se llama Sierra Tarahumara Sur y es sólo habitado por miembros de esta etnia, pues hasta el momento no existen personas “chabochi” o mestizas en ella. Los indígenas viajan de la sierra y se instalan a espaldas del cerro Grande, donde han cumplido por lo menos un año desde que migraron para buscar nuevos horizontes.

Estela Aguilar, de 28 años de edad, explicó que son varias familias las que decidieron viajar en busca de salud y empleo para sus hermanos. Comentó que en su nueva vivienda habitan sus padres y ocho hermanos, y de ellos todos tienen hijos que van de los dos a los 14 años de edad, lo que da un total de 20 integrantes.

En esa zona existen por lo menos tres comunidades identificadas por los rarámuris, la más antigua de ellas La Noria.

Es de resaltar que hasta 70% de los integrantes de la nueva comunidad son menores de edad, es decir, que más de 150 de los habitantes cuentan con edades máximas de 15 años.

Las familias explican que la necesidad es mucha, pero que lo primero que buscan conseguir es alimento, y en algunas ocasiones han tenido apoyo de ciudadanos y autoridades que regalan algunas despensas.

“Claro que necesitamos de la ayuda de todos, nosotros no tenemos nada, si nos pudieran ayudar con materiales para construir las ventanas o techos de los domicilios, o alguna prenda o comida, es lo que más nos hace falta en esta temporada de frio”, comentó la familia Aguilar Palma.

Actualmente en esa zona no existen servicios de agua potable, electricidad, suministro de gas, drenaje, transporte público o recolección de basura; los nuevos residentes de la capital dependen de la compra o recolección de leña para combatir el frío y preparar la comida.