TULUM, Quintana Roo. En la colonia 2 de octubre, un asentamiento irregular en Tulum, Quintana Roo, viven las personas que construyen el Tren Maya o laboran en los hoteles lujosos en la costera de este destino turístico que es visitado cada año por más de dos millones de personas; este sitio es a su vez uno de los más vulnerables al paso de huracán Beryl y en el que las Fuerzas Armadas enfocaron su atención para evacuar a la población.
Techos de cartón y de palma, paredes de madera y en algunos casos de bloques de cemento caracterizan esta zona en la que viven más de tres mil personas, según datos proporcionados por Protección Civil del municipio.
A 6.3 kilómetros de este asentamiento está la estación Tulum del Tren Maya, obra insignia del presidente Andrés Manuel López Obrador y en la que trabaja Juan con más compañeros que, como él, provienen de Chiapas.
“Llegamos hace tres meses, estamos trabajando en el Tren Maya”, cuenta el hombre de 45 años mientras se dirige con sus compañeros a una vivienda en la zona de fraccionamientos en la que se le permitió quedarse y cuyos propietarios se regresaron de sus estados de origen.
“Aquí hay algunos compañeros que trabajan en las (casas) privadas. Ya el ingeniero de allá nos dio un lugar donde pasar el huracán. Somos varios chiapanecos los que vinimos a trabajar al tren”, dijo.
El hombre decidió no ir a los 10 refugios que habilitó el ayuntamiento de Tulum, pues afirmó que no “van a estar cómodos”.
Aunque desde el miércoles se ha invitado a los habitantes de éste y los otros tres asentamientos irregulares de Tulum a que dejen sus hogares y acudan a refugios para proteger su integridad, fue a partir de las 17:00 horas de ayer que brigadas con hasta 30 elementos del Ejército visitaron casa por casa para convencer a los habitantes de la 2 de octubre de abandonar voluntariamente el lugar.
Muchos aceptaron, pero otros más decidieron quedarse a resguardar sus pertenencias, ese es el caso de Rocío, quien llegó a vivir a este lugar hace tres años desde Mérida, Yucatán.
La mujer decidió quedarse en su casa con sus cinco hijos y su esposo, pues Beryl es el segundo huracán que experimenta, el primero fue hace tres años.
A diferencia de aquella primera ocasión, Rocío se preparó para recibir a este huracán y reforzó la seguridad de sus muros, aunque su techo continúa siendo de láminas.
“Estaba peor nuestra casa, ahorita está mucho mejor (...) Desde que empezó la temporada de huracanes empecé a descargar las apps y todo y las alertas, yo por mis hijos” , dijo.
La mujer labora en un hotel llamado Aldea Zama, fraccionamiento en el que los departamentos ascienden a ocho millones de pesos, de acuerdo con sitios inmobiliarios.
A siete kilómetros del asentamiento está la zona hotelera de Tulum, la cual a las 19:30 horas de ayer lucía desierta, pues los huéspedes, que en temporada alta abarrotan los hoteles, decidieron abandonar el estado antes de que los vuelos fueran cancelados en los aeropuertos de Tulum y Cancún, otros más cambiaron su hospedaje a una zona lejos de la costa para evitar riesgos
Montse, una niña de dos años, celebró junto a familia su cumpleaños en el refugio habilitado en el Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos (Cecyte) de Quintana Roo.
Entre pupitres arrinconados para dar espacio a colchonetas y cobijas donde dormirán familias desalojadas de la zona de Punta Allen —a la orilla de la costa—, la madre de Montse y seis familiares más, todos provenientes de Monterrey, Nuevo León, le cantan Las mañanitas a la pequeña de dos años observa el pastel color rosa que su familia alcanzó a comprarle en un supermercado.
“Le tocó celebrar acá, en el mero huracán”, dice su madre entre risas.
En el refugio no sólo fueron bienvenidas personas, sino también sus mascotas, pues en el Cecyte se habilitó un espacio para animales.
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