Mexicali.- Para el señor Eduardo, el tiempo no es algo que lo presione, pues manifiesta que vive en un terreno que no cuenta con una edificación, mucho menos con servicio de energía eléctrica o agua potable.
Eduardo Martínez Báez, de 76 años, reside solo en un domicilio cercano a la frontera, por lo que cuando compra alimentos, “son para el día” y solo deben de cumplir el requisito de gustarle a él.
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Sin portar un reloj o contar con un celular, aseguró que solo basta observar la luz del sol para saber qué hora es, así como definir a qué hora debe empezar a cocinar, por lo que la hora de la comida es variante.
A diario debe de comprar los ingredientes que va a necesitar, toda vez que no cuenta con una alacena, tampoco refrigerador que le permita contar y conservar una despensa de alimentos
Con gusto decidió compartir un platillo con su propia receta a LA VOZ DE LA FRONTERA, preparando el guiso que dieron forma a unos tacos de chicharrón en salsa de puré de tomate.
Sin un fregadero de por medio, don Eduardo primero sacó un sartén que tenía sucio al que agregó agua para después ponerlo a hervir en una estufa improvisada que tiene al ras del suelo, tras minutos, ya contaba con un instrumento “esterilizado”.
Bastan 6 pesos para tener la base de uno de sus platillos, ya que el puré de tomate es de lo más económico que puede adquirir en los mercados, maximizando su rendimiento con un poco de agua.
El adulto mayor asegura que se batalla con el fuego al no tener una estufa, pero las ramas de mezquite se han vuelto la opción más básica para tener un fogón con el cual preparar diariamente sus alimentos.
Tardó alrededor de media hora hasta que se empezaron a observar las burbujas que reflejaron la temperatura exacta para introducir los trozos de chicharrón que finalmente dieron forma a sus tacos en tortilla de maíz.
No todo es soledad
Don Eduardo ocasionalmente comparte su comida y el tiempo con dos de sus amigos, Salvador y Manuel, hombres jóvenes que viven cerca de su colonia.
El primero se dedica a ser velador en una construcción y además de encontrar una amistad con Don "Edward", el adulto mayor le está enseñando a tocar la guitarra, pues se dijo fanático de los boleros.
Manuel manifestó que lo conoce desde que nació y que además labora en un taller mecánico a unos cuantos metros del domicilio de Don Eduardo.
Mencionaron que comparten ocasionalmente la comida con el señor Eduardo. El día de la entrevista comieron unos trozos de pizza que alguien de la colonia les había regalado.
Don Eduardo aseguró que el terreno en el que vive es suyo, así como otros dos lotes contiguos, los cuales heredó tras la muerte de su esposa, quien perdió la vida por haberse enfermado de cáncer de seno.
Durante el invierno, a pesar de no contar con una edificación, dijo que solo necesita cobijas para resguardarse de las bajas temperaturas y que cuando el frío “aprieta” más, hace una lumbrada, quemando los desechos que la gente arroja en la esquina donde vive.
El hombre es plomero de profesión y solo se dedica a hacerle trabajos a la gente de la misma colonia a consecuencia de que no posee un vehículo, quien además de recicla aluminio.
“Aquí todos me conocen, me hablan, les hago el trabajito, les cobro el mínimo”.
Don Eduardo dijo que lleva viviendo de esta manera desde los setenta y que a pesar de las circunstancias, no considera que le haga falta algo, pues siempre logra conseguir el sustento, aunque deba de comprar a diario lo que va a consumir para que no se descomponga.