Juchitán es municipio oaxaqueño en donde la gente siempre, o casi siempre, está alegre...
Porque así es el carácter de quienes son de allá; porque han construido un mundo que parece aparte, pero que es pieza importante del todo en Oaxaca y que embona bien con el resto de las regiones porque también aporta inteligencia, trabajo, esfuerzo y luces de mil colores, brillo cordial, mano fuerte extendida, dureza de carácter y dulzura en la mirada: todo eso es Juchitán; todo eso ha sido siempre…
No siempre… Hoy no. Hoy Juchitán está de luto y sufre, pero no se dobla… Eso es. Así es. Porque están hechos de barro de oro y porque quienes nacieron ahí construyeron su vida y la de sus hijos, nietos y descendientes en una zona que pudo ser inhóspita por el calor, la vegetación exuberante, el aire untoso y la humedad que todo lo baña, pero aun, y así, los Juchitecos se amacharon para vivir en zona tórrida, que es su propio Macondo ‘de barro y caña brava’, al mismo tiempo irreal como tangible y querido.
La noche del jueves 7 de septiembre a las 11.49, como casi todo el país, Juchitán fue mayormente sacudida por un terremoto de 8.2 grados y cuyo epicentro estaba apenas a unos 150 kilómetros de distancia, en Pijijiapan, Chiapas.
Murieron 36 personas, según cifras preliminares. De las nueve secciones en las que está dividido el municipio, seis de ellas fueron dañadas, algunas de forma trágica. Es que como si hubiera sido por mandato, el movimiento de tierra prefirió seguir la ruta de las calles 16 de septiembre y 5 de septiembre hasta llegar al Palacio Municipal para casi destruir todo a su paso.
Cheguigo, como la 8ª Sección, la 5ª Sección sufrieron el mayor impacto y fueron las casas que son de tejaban las más sacrificadas, son casas antiguas hechas para vivir, sin pensar que un día podrían derrumbarse ante un impacto 8.2 de la tierra.
(Cuántas vidas nacieron en esas casas. Cuántas tardes de familia. Cuántas alegrías o pesares. Cuántas noches de amor. Cuántos planes y ensueños… Cuántas ganas de seguir ahí y permanecer ahí porque se es de ahí y nada más…)
El Hospital Civil quedó dañado; la 6ª y 7ª Sección parecen una pesadilla a la vista… La iglesia del Panteón Domingo de Ramos y la Iglesia del Miércoles Santo ya no serán lo mismo y en general las iglesias del municipio están colapsadas…
Todo ahí es desolador; es tierra en tierra; es un mundo que todavía hace unos días se erguía orgulloso de sí y de su historia, desde su fundación original en 1480; de sus tradiciones y de su paso histórico como es que el 5 de septiembre de 1866 la gente de Juchitán, junto con los de Unión Hidalgo, San Blas Atempa y Asunción Ixtaltepec, vencieran al intervencionista ejército francés de Napoleón III apertrechado en Tehuantepec…
La mayoría de los soldados de Porfirio Díaz en ese entonces eran originarios de Juchitán y heredaron ese orgullo cuando en 1910, 'Che Gómez' se unió a la revolución en apoyo a Pancho Villa y Emiliano Zapata en una Revolución que se creyó agraria.
Son 95 mil habitantes en el municipio de Juchitán, cuya extensión urbana es apenas de mil siete .28 hectáreas y en donde la mayoría de la gente prefiere el zapoteco como lenguaje de comunicación y de vida y sus Velas son ejemplo de convivencia, de alegría, de armonía y de fiesta en el sentido de ser feliz…
Hoy sufre Juchitán. Y quienes somos de Oaxaca con ellos. No podría ser de otra manera porque estamos ligados a esta tierra por la filiación, por la fraternidad amistosa, por la oriundez oaxaqueña y porque el dolor de los juchitecos es el dolor de todos en Oaxaca…
Pero nada. Nada de lamentos eternos. Juchitán, como todo el Istmo; como Matías Romero, San Francisco Ixhuatán, Asunción Ixtaltepec, Salina Cruz, Tehuantepec… todo en el Istmo que fue azotado por el terremoto del 7 de septiembre va a salir adelante; nunca como antes por quienes perdieron la vida, su patrimonio, su integridad física; nunca como antes, pero siempre con el orgullo, por la intensidad e inmensidad de ser de allá, de la tierra en donde se viven intensidades, como se soluciona con intensidad la vida, el dolor y la muerte.
El viernes acudieron a Juchitán el presidente de México, Enrique Peña Nieto y el gobernador del estado, Alejandro Murat Hinojosa, acompañados de la presidente municipal, Gloria Sánchez López; un día después Rosario Robles, secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano: todos ahí. Ojalá que lo prometido, que se vuelve deuda, sea cierto y pagado y no resulte, al final de cuentas, la vieja historia del parto de los montes…
Vamos pues; que hay mucho por hacer, mucho por aliviar, mucho por caminar, cargar, llevar, ayudar-ayudar-ayudar, solidarizarse y abrazar, abrazar mucho, con abrazo completo, como el que se da a los hermanos, como el que se da a quien más se quiere, como el que se da al nacer, como el que se da al decir: hasta luego; hasta pronto; como el que se da al decir: adiós…
… Y por quienes ya no están, repetir una y mil veces para que se escuche en todos los confines de la tierra hoy y siempre: ¡Aquí estamos!… ¡Rarí nuudu!