Obispos de Guerrero pidieron a las autoridades de los tres niveles de gobierno evitar ser rebasados por la delincuencia organizada que intentan apoderarse de la vida económica y del futuro de los municipios.
En su mensaje dominical a través de la página oficial de la arquidiócesis, el arzobispo de Acapulco, Leopoldo González González leyó un comunicado que firman los presbíteros de Ciudad Altamirano, Chilpancingo-Chilapa y de Tlapa, donde resaltaron con letras negritas el llamado “a quienes han hecho del crimen un estilo de vida, les pedimos que cesen en sus abusos en contra de las personas, familias, pueblos y ciudades”.
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Los obispos Joel Ocampo Gorostieta, José de Jesús González Hernández, Dagoberto Sosa Arriaga y Leopoldo González en el comunicado resaltaron que los hechos de violencia en la entidad han aumentado el descontento social ante el clima de impunidad y por ello, algunos pueblos se han pronunciado en armas, hecho que corresponden a las fuerzas del orden.
“No podemos quedar en silencio, porque como Obispos estamos llamados a ser profetas y constructores de la justicia y de la paz y defensores del derecho a la vida, de la dignidad humana y de los débiles. Imitando a Jesucristo, enviado de Dios para el bien de los humanos, queremos ser voz de los que no tienen voz, de los oprimidos, perseguidos y humillados, para que sus derechos sean respetados”, señala el comunicado.
Cabe destacar que el pasado tal el obispo de Chilpancingo José de Jesús González Hernández, reveló que se reunieron por separado con integrantes de la delincuencia para buscar una tregua y cesar sus acciones de violencia.
Las acciones de los clérigos se realizaron días antes de que se disparará la violencia en Chilpancingo en contra de trabajadores del volante que generó la muerte de al menos seis personas y dejó varias más heridas.
En el comunicado los obispos también llamaron a las familias para que fomenten en sus hogares actitudes de paz, aprecien plenamente la dimensión comunitaria de la vida y eviten engrosar las filas de quienes promueven la cultura de la muerte.
“Todos necesitamos un ambiente libre de intimidación y violencia para conservar nuestra integridad física y psicológica”, precisa y añade finalmente que “nadie tiene derecho a matar, abusar sexualmente, robar, mentir, esclavizar; mucho menos a convertirlo en un negocio o en un medio de intimidación”.
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En Chilpancingo, la violencia terminó con una tregua momentánea entre grupos delincuencia organizada conocidos como Los Ardillos y Los Tlacos que presuntamente y de acuerdo a la versión del Obispo Emérito Salvador Rangel Mendoza, se repartieron más de un centenar de concesiones que las autoridades entregarán en próximas fechas.
Nota publicada en El Sol de Acapulco