DURANGO. Los espasmos de madrugada y el miedo de volver a volar para reencontrarse con sus familiares son parte de las secuelas que sufren los pasajeros del vuelo AM2431 de Aeroméxico que el 31 de julio de 2018 se desplomó minutos después de despegar del Aeropuerto Internacional Guadalupe Victoria.
“Somos un milagro porque 30 segundos más de vuelo, no la hubiéramos contado” platica Rómulo Campuzano González, una de las 103 personas que viajaban con destino a la Ciudad de México y que debido a errores humanos el Embraer 190 cayó de aproximadamente 9.14 metros de altura -30 pies-.
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Hace un año, pasadas las 15:30 horas, a los duranguenses los sorprendió una noticia y la mayoría de quienes empezaban a seguir las transmisiones de los diarios y televisoras locales quedaban atónitos y no creían que un avión de Aeroméxico se hubiera desplomado durante el despegue.
Hubo quienes incrédulos a la noticia, mandaron mensajes de Whatsapp y pedían una foto para convencerse, sin embargo 103 personas, 99 viajeros y cuatro de tripulación escapaban del fuego que consumía el avión que se había partido al rebotar contra la pista luego del error cometido por un piloto en entrenamiento.
Tras el accidente, Aeroméxico se hizo cargo de los gastos médicos inmediatos de los pasajeros, sin embargo a quienes no han firmado el desistimiento no les han pagado las pertenencias que perdieron en el incidente y tampoco los tratamientos psicológicos que debieron tomar para sobrellevar la impresión.
Cuenta Rómulo Campuzano, reconocido político panista duranguense, que a casi un año todavía en las noches despierta por espasmos provocados por el recuerdo del golpe y el ruido generados por el choque entre el avión y el suelo.
La tensión que hizo en la cara al caer la aeronave e impactarse contra el piso provocó que destrozara con la mandíbula dos puentes fijos, y a la fecha no se la han podido poner porque debieron hacerle correcciones, además el tratamiento incluyó un par de inyecciones en el músculo masetero para destensarlo.
Afirma que al menos de esos dos tratamientos la aerolínea no se ha hecho cargo, y tampoco le ha pagado su equipaje, dos maletas Tumi Holdings que en el mercado tienen un valor de entre 35 y 40 mil pesos, así como un iPhone 6 y menos la ropa.
Rómulo platica que su denuncia la lleva el despacho Bernos y Asociados, en Miami, Florida, quien lo contactó luego del evento y ahora es quien lo asesora. Una de las primeras recomendaciones fue no firmar el desistimiento que le ofrecía Aeroméxico, junto con viajes por todo el mundo.
“Hay quienes ya firmaron, yo me enteré que hubo a quienes los arreglaron con 50 mil dólares, pero yo no”, dice el político duranguense.
No obstante, Aeroméxico asegura dar seguimiento individual a los afectados y afirma que a través del correo amriesgos@aeromexico.com es posible externar inquietudes y canalizar dudas.
En la operatividad del Aeropuerto Internacional Guadalupe Victoria el accidente provocó que los administradores dieran de alta ante la Coordinación Estatal de Protección Civil (CEPC) su Plan de Protección Civil, pues a pesar de tener décadas en funciones, no contaba con uno, señaló el titular del organismo, Guillermo Pacheco Valenzuela. A pregunta expresa sobre si el aeródromo no lo tenía, Pacheco sentenció: “Al menos aquí, registrado con nosotros, no”.
No obstante, aseguró que los cambios principales son en el cumplimiento de la Ley Estatal de Protección Civil. “Esto ha cambiado mucho, se modificó el organigrama, en la actualidad cumple con la legislatura estatal en el sentido que ya se tiene una Dirección Operativa y una Dirección de Gestión Integral de Riesgos”, sentenció.
La administración del puerto aéreo se negó brindar una entrevista sobre el tema y se limitó a direccionar a este diario a las oficinas centrales.
Hoy en el Nuevo Santuario de la Virgen de Guadalupe se ofrecerá un rosario encabezado por el padre Ezequiel, otro de los pasajeros que estaban ese día en el avión, para agradecer que no hubo muertes.